Inspección pediátrica en general

La inspección pediátrica sigue al interrogatorio y ocupa un lugar primordial, cuando por determinadas circunstancias el interrogatorio no es satisfactorio, por lo que es de valor fundamental en las exploraciones posteriores de la consulta privada y de los centros nosocomiales. En este último caso, la inspección significa para el pediatra lo que el interrogatorio para el clínico de adultos. La inspección pediátrica toma un cariz doble comparada con el adulto, por lo que esta no deberá, cuando menos en el primer contacto, ser encausada exclusivamente al niño sino que deberá de abarcar a los familiares o las personas que lleven a consulta al pequeño, pues a través de ellos es posible obtener muchas veces provecho en la integración del juicio clínico. En caso de que el pediatra sea llamado a consulta intradomiciliaria deberá de obtener los datos referentes al ambiente (cuidados hacia el pequeño, condiciones higiénicas y enfermedades ostensibles de los seres que lo rodean, etcétera).

En términos generales se concede mayor importancia a la inspección directa sobre la instrumental, pero no la sustituye. La inspección instrumentada es causa de hiperemotividad y, por sí sola, repercute sobre las correctas exploraciones posteriores, por lo que no se deberá efectuar sin motivo.

De no haber impedimento por parte del pequeño, la inspección se le practicará siempre lo mas desnudo que se pueda. Las restricciones en este caso pueden ser:reticencias, precocidad mental que despierte pudor, exagerada escrupulosidad de los padres, prejuicios y falsos conocimientos. La inspección alternativa por partes descubiertas y partes cubiertas se dejará como último recurso. La inspección se practicará metódicamente por el hemicuerpo anterior y por el posterior y se tratará de abarcar las regiones laterales. En la inspección general se respetará la actitud del niño ocasionada por comodidad o por necesidad.

La inspección en el niño es estática y cinética casi simultáneamente. Al chico se le volteará para inspeccionar la región sobre la cual reposa, más en la inspección general no se le inmovilizará. En el discernimiento clínico es conveniente que primero se efectúe la inspección estática y después la cinética.

Se procederá en orden anatómico desde el cuero cabelludo hasta las uñas de los pies, siempre y cuando las condiciones no lo exijan de otro modo. Si el clínico no ha podido darse cuenta de la motilidad de las diferentes regiones se recurrirá a maniobras establecidas (como la de Moro) o a provocarla mediante pellizcos suaves, palmetadas y piquetes, que constituyen una combinación con la palpación. Los métodos distractivos (auditivos, al musitarle el explodor o moverle objetos, como sonajas o campanitas; o bien, visuales, al enseñarle juguetes o animalitos de color) también aportan una ayuda valiosa.

La inspección general informará sobre el hábito exterior, el estado nutricional, la presencia de malformaciones, la posición y asimetría, mientras que la particular informará acerca de la cabeza, el cuello, el tórax, el abdomen, la región genitoperineal y las extremidades, tanto en el aspecto anatómico como en el fisiológico, y aportará innumerables datos mas, que hacen de este procedimiento uno de los mas valiosos para la exploración clínica del niño.

Es necesario que el pediatra se familiarice con el uso correcto del otorrinolaringoftalmoscopio en la inspección directa, en virtud de su fácil manejo, para lograr una exploración satisfactoria en diversas posturas. Este proceso resulta difícil, aunque no imposible, durante la primera y la segunda infancias, con los instrumentos de uso corriente en la exploración de ojos, oídos, nariz y garganta del adulto.

Por lo general, los embudos de menor calibre se usan para otoscopía, pero es necesario jalar el pabellón auricular y mantenerlo atrás y arriba a fin de modificar la dirección del conducto auditivo y buscar cuerpos extraños y furúnculos a medida que el embudo se introduce.

Los embudos de mayor calibre comúnmente se usan para rinoscopia. El pulgar se apoya sobre el lóbulo nasal para levantarlo, mientras que el resto de los dedos se apoyan en la cabeza del paciente. El embudo se introduce en forma paralela al piso nasal y mediante un movimiento ascendente se observa desde el piso hasta el vértice de la pirámide nasal.

Para el estudio de la boca y la faringe se requiere, además de un iluminador, los abatelenguas pediátricos del Dr. Straffons, de preferencia y, en circunstancias especiales, un espejo eléctrico laringoscópico. Es necesario esperar un tiempo razonable con el abatelenguas colocado en la hendidura dentaria o gingival, para proceder a la introducción del laringoscopio.

Normalmente el examen oftalmoscópico resulta demasiado laborioso en niños pequeños, pues no se cuenta con su cooperación, sin embargo, en los mayorcitos indicar que miren un poco hacia fuera de nuestra oreja, mientras que observamos con nuestro ojo derecho, el ojo derecho del niño y viceversa. En casos especiales se tendrá que recurrir a los midriáticos.

Para estudiar el fondo del ojo es imprescindible visualizar todos los caracteres posibles de la papila del nervio óptico, la retina la mácula y la coroides. En la papila se observará: forma, tamaño, color, bordes, vasos y superficies; en la retina: edema, coloración, manchas, exudados, hemorragias y defectos.

Mediante la otoscopia se recogen datos como: atresia, dirección del conducto, cuerpos extraños, secreciones, heridas y forúnculos, entre otros; en la membrana del tímpano: ausencia parcial o total, implantación, color, abombamiento, lesiones y perforaciones, entre otros.

Por medio de la rinoscopia es posible observar atresias parciales, punto de partida de hemorragias o secreciones, cuerpos extraños, estado de la mucosa de los cornetes y volumen de éstos, entre otros; en el septum nasal: el estado de la mucosa, crestas, desviaciones y perforaciones; en piso: forma, amplitud y perforaciones comunicantes con la boca; en coanas: tamaño y acúmulo de secreciones; en cavidad bucofaríngea: anomalías congénitas, estado de las mucosas (gingivolabial, gingivodentaria y oral), humedad o resequedad, coloración, manchas, hemorragias, supuraciones y tumoraciones; en dentadura: número de dientes, morfología, aberraciones, fusión, caries y odontomas; en lengua: humedad, coloración, estado de las papilas y frenillo exiguo, además, es importante el reconocimiento de las estomatitis infecciosas (moniliásica, aftosa y herpética) y no infecciosa (carencia vitamínica, alérgica o mecánica, el estado de las carúnculas salivales, coloración, prominencia, orificio, secreciones, cálculos, quistes y hemangiomas; en velo del paladar: estado de la mucosa, coloración, forma, perforaciones y características; en úvula: tamaño, bifidez, motilidad y procesos inflamatorios o traumáticos de la misma; en amígdalas palatinas y linguales, así como en las porciones circunvecinas: coloración (pálida, violácea o roja), posición, tamaño, estado de su superficie (criptas), secreciones, asimetría por abombamiento o parálisis y granulaciones.

Si las condiciones lo ameritan, la inspección se extenderá a rinofaringe: adenoides, fosita de la trompa y coanas, y a laringofaringe: epiglotis y cuerdas vocales.

Como en otros procedimientos propedéuticos en pediatría, el estudio previo (sistemático) de estos órganos en estado normal es de valía inestimable.




La inspección es para el pediatra lo que el interrogatorio es para el clínico de adultos.

Cuando las condiciones ambientales sean propicias, la inspección general del párvulo deberá hacerse al desnudo.

Inspección anterior, primero panorámica y después circunscrita por regiones anatómicas.




Comparada con la del adulto, la inspección pediátrica es múltiple (familiares y cuidadores).

La inspección general posterior también al desnudo y en decúbito ventral.

Inspección estática y cinética. Primero observación al todo y después a las partes.




La inspección es directa (sin instrumental) e indirecta (con el uso de instrumentos). Optar porque giremos nosotros alrededor del niño o a la inversa.

Cuando ya sea posible la bipedestación, la inspección anterior de pie, también será al desnudo.




Cuidar el ambiente exploratorio (temperatura, chiflones, labilidad térmica, precocidad mental que despierte pudor, escrupulosidad familiar, prejuicios).

En posición lateral y a continuación en la posterior la inspección será al desnudo.




Sujeción firme y cariñosa del lactante con el apoyo de sus propios brazos para la rinoscopía anterior. Primero revisión de narina y luego profundizar la inspección (arterias, hemorragias, secreciones, cuerpos extraños, desviaciones, hipertrofías, perforaciones, tumores, coanas, etc.).




En ocasiones es posible la otoscopía sin que el niño sea fijado por el ayudante, simplemente jalando el pabellón auricular hacia atrás y arriba. Revisión primero del introito y después profundizar (atresias, cuerpos extraños, cerilla, secreciones, heridas, lesiones o anomalías timpánicas, triángulo luminoso de Politzer).




La exploración faríngea nunca debe de omitirse a pesar de su molestia. Los abatelenguas de diferente tamaño, forma y color de punta acaramelada de Straffon ayudan a disminuir el recuerdo molesto de esta exploración. El 80% de los problemas pediátricos en las urbes tienen como punto de partida el anillo linfático de Waldeyer. La cabeza es gentilmente fijada a través de los propios brazos del niño.




La tendencia a apretar los párpados en el neonato y lactante requiere con frecuencia de la apertura digital de dichos párpados para la exploración ocular externa, (carúnculas lacrimales, posición pestañas, colobomas, coloración, etc.).

El párpado superior es deslizado hacia arriba con el pulgar apoyado en la región supraorbitaria mientras el párpado inferior es deslizado hacia abajo.




En los niños muy aprehensivos se puede recurrir a midriáticos e incluso a la anestesia (papila, retina, mácula y coroides).

La inspección del fondo del ojo no siempre es posible el practicarla en el cuarto obscuro. La paciencia del explorador y una cariñosa fijación de su cabeza la harán posible.




La exploración de la región inguino-genito-perineal en el varón requiere de colocarlo en posición del preniño.




Con el propósito de indagar la higiene genital precoz, el clínico arremanga el prepucio hasta descubrir el surco balanoprepucial (glàndulas de tyson); en el niño mayorcito se le pide que él lo haga. Nunca circuncisión. Sinequiotomía y/o prepucioplastia, siempre




La exploración de la región inguino-genito-perineal en la mujercita requiere no solo de la separación de sus miembros inferiores, sino además de la separación del los labios vulvares.




Algunas veces la inspección genito perineal necesita de la ayuda armada de una pinza, de un estilete o de una sonda.




La inspección armada en pediatría recurre con frecuencia a la trans-iluminación como en este caso del hidrocele de la túnica vaginal.

Las endoscopias son inspecciones armadas útiles para la clínica.